
La OPS advirtió que ante los brotes de sarampión en curso en las Américas, los países deben redoblar esfuerzos para vacunar a sus poblaciones, fortalecer la vigilancia para detectar posibles pacientes y poner en marcha medidas para responder rápidamente ante cualquier caso sospechoso.
Este episodio se suma a la alerta mundial por esta eruptiva que está disparada en Europa, en donde en 2017 aumentó el número de contagios en 400 por ciento con respecto al año anterior, y que ya ha llegado al continente americano. En 2017 se reportaron más de 21.000 casos en Europa, 120 casos en Estados Unidos, 70 en Venezuela, 45 en Canadá y 3 en Argentina. La alerta está en rojo, pues la enfermedad ha entrado a varios países por diferentes fronteras.
Los peligros de esta eruptiva
– Puede ser mortal, sobre todo en niños pequeños.
– Es altamente contagiosa desde antes de mostrar síntomas, puede parecer una gripa y se transmite por secreciones corporales: tos, estornudos, saliva.
– Una de cada cinco personas llega a tener complicaciones como neumonía, encefalitis y miocarditis. Todas pueden causar la muerte.
– Antes de que se generalizara el uso de la vacuna (triple viral), causaba 2,6 millones de muertes al año según la Organización Mundial de la Salud.
– La vacunación redujo la mortalidad por esta enfermedad en un 84 por ciento entre 2000 y 2016. Evitó más de 20 millones de muertes.
La conspiración antivacunas
Las vacunas no son malas. El malo fue el exmédico Andrew Wakefield, quien en 1998 publicó una investigación que no contaba con una muestra representativa para comprobar su hipótesis, y aseguró que la triple viral podría causar autismo. Luego de múltiples estudios que trataron, sin éxito, de replicar el resultado, en 2010 The Lancet se retractó. La revista que publicó a Wakefield calificó el artículo como “fraudulento”. Ese mismo año las autoridades médicas británicas le quitaron la licencia al autor. Pero el daño estaba hecho. Muchos padres, por temor a causar daños neurológicos en sus hijos, han decidido no vacunarlos. En la última década esta tendencia ha ido en aumento, sobre todo en países desarrollados y estratos altos, en los que el esquema de vacunación había demostrado una efectividad casi absoluta. La consecuencia: el regreso de enfermedades controladas y hasta erradicadas.