Cada primavera, Heather Clare, una psicóloga y madre de tres hijos en Nueva York, publica una fotografía que data de septiembre de 2015 en su página de Facebook que pretende servir como advertencia a los padres sobre los peligros en los toboganes y otros juegos.
En ella, se puede ver a Clare bajando por un tobogán con su hija de un año, Meadow, en su regazo. El fotografía que debía mostrar un momento feliz en realidad muestra el pie de Meadow atrapado entre su madre y el tobogán, y retorciéndose a una posición peligrosa.

Aunque el bebé, que ahora tiene cuatro años, se recuperó y no tiene ningún efecto duradero a causa de su accidente, Clare quiere asegurarse de que este tipo de cosas no les suceda a otros niños y también quiere hacer correr la voz de que es, de hecho, una lesión muy común.
“El médico nos dijo que es una de las tres lesiones más importantes que ve en los meses de primavera y verano, junto con las lesiones del trampolín y la piscina”, dice.

En un estudio realizado por la Academia Estadounidense de Pediatría, los investigadores encontraron que casi 352,700 niños menores de seis años resultaron heridos en play grounds en los EE. UU. entre los años 2002 y 2015. Más de un tercio de las lesiones fueron fracturas de pierna, por lo general en la parte inferior de la pierna. Además, es menos probable que estas lesiones ocurran si el niño se desliza hacia abajo sin acompañante, porque no tienen el peso extra de otra persona detrás de ellos que está empujando con mayor fuerza hacia adelante.
“Muchos padres y cuidadores bajan por los toboganes con un niño pequeño en su regazo sin pensarlo dos veces”, dijo el investigador principal, el Dr. Charles Jennissen, en un comunicado. “Y en la mayoría de los casos he visto que los padres no tenían idea de que hacerlo podría causarle a su hijo una lesión tan importante. A menudo dicen que nunca lo hubieran hecho si lo hubieran sabido”.