Cada niño vive su duelo de forma individual, pero, las diferentes investigaciones han demostrado que los niños atraviesan tres fases durante este proceso. Las fases son:
a.Negación
Es un mecanismo normal que permite manejar la situación amenazante y reducir la ansiedad. Aparece en la primera fase del duelo agudo. Cuando el niño comprende el sentido de irreversibilidad de la muerte, pueden entrar en un estado de shock, que se manifiesta por un adormecimiento y conducta robótica, así como la presencia de conductas regresivas. Todas estas conductas son normales y permiten que el niño lidie con los sentimientos abrumadores que surgen a partir de una pérdida.
En esta fase se presentan síntomas conductuales tales como inquietud, distracción e hiperactividad, síntomas fisiológicos como tensión muscular, sudoración, dolores de cabeza, alteraciones gastrointestinales, alergias, irritaciones de la piel, infecciones bronquiales, constantes virus, entre otros.
b. Sentimientos ambivalentes
Aparecen en la segunda fase del duelo agudo. Estos sentimientos pueden ser: tristeza, rabia, ansiedad, culpa, vergüenza. Los niños pueden presentar también conductas desorganizadas, por lo que la presencia de estructura dentro del hogar les permitirá manejar de mejor forma algunos de los problemas.
d. Aceptación
Marca el inicio de la tercera fase de duelo. Se da una visible reducción de los sentimientos de irritabilidad, tristeza y angustia. El niño va recobrando su interés por las actividades que le gustan y por el ambiente. Cuando el niño ha logrado afrontar de forma adaptativa el duelo, logra alcanzar un nivel de madurez emocional.
Tareas del duelo en los niños
Brea (2010) señala que para lograr la aceptación del duelo se requiere atravesar distintas necesidades que facilitan el proceso de aceptación del duelo. Las necesidades son:
– Aceptar la realidad de la muerte: lo cual requiere de la integración del niño a las diferentes eventos y rituales, lográndose cuando el niño tenga la oportunidad de expresarse verbal o simbólicamente.
– Permitir la expresión emocional del niño brindarle contención y apoyo espiritual
– Ayudar al niño a transformar la relación con la persona fallecida: reconstruir recuerdos, momentos especiales, permitirle que organice los objetos personales del fallecido y que comparta con qué objetos quedarse, organizar visitas al cementerio y eventos significativos.
– Permitir que el niño desarrolle una nueva identidad después de la muerte del ser querido y que asuma nuevos roles.
– Aprender de la experiencia de pérdida para que esto signifique un crecimiento personal
– Contar con la presencia de adultos estables a través de su desarrollo.
Necesidades de los niños que han perdido a sus padres
Worden (2004), menciona que los niños que han perdido a sus padres necesitan de los siguientes aspectos:
a. Necesitan saber que serán atendidos, que estarán a salvo, que se les cuidará y que se continuará con la rutina establecida.
b. Necesitan saber que no han provocado la muerte de su progenitor.
c. Necesitan una información clara y adaptada a la edad sobre la muerte del progenitor.
d. Necesitan participar y sentirse importantes
e. Necesitan una actividad rutinaria constante.
f. Necesitan a alguien que escuche sus preguntas
g. Necesitan de formas para recordar a la persona fallecida.
Los niños y el funeral
Anteriormente, se consideraba que la asistencia de los funerales provocaba reacciones negativas y traumáticas en el crecimiento de los niños. Sin embargo, conforme se han realizado estudios en esta área, se ha valorado la necesidad de integrar a los niños en estos eventos, ya que permite la realización de un cierre y la expresión de sentimientos en compañía de otras personas que comparten su dolor. Se considera que a partir de los 7 años los niños están en una edad oportuna para asistir a un funeral. (Brea, 2010).
Brea (2010) menciona que es necesario tomar en cuenta ciertos aspectos antes de llevar a los niños a una funeraria y a un entierro:
– El niño debe saber lo que va a suceder en este tipo de eventos: cómo se coloca el cadáver, cómo comportarse, las partes del ritual, que se puede hacer.
– El niño debe estar acompañado por un adulto de confianza, dándole seguridad y apoyo, atendiendo a sus necesidades.
– Permitirle al niño estar el tiempo que considere oportuno, tomando en cuenta que se pueden impresionar y solicitar salir antes de tiempo.
– Respetar el hecho de que un niño no desee asistir al funeral.
– Se les debe transmitir el mensaje de que un funeral es un momento triste y que la familia debe compartir unida.
– Se les debe indica que ellos son importantes, por lo cual sería importantes que estén presentes.
– Darle la opción al niño de ver el cadáver.
– Si la persona quedó desfigurada y no va a ser mostrada, es necesario brindarle una explicación al niño.
La mayoría de los niños que siguen un desarrollo normal muestran resiliencia ante situaciones de pérdida de sus familiares. Estos niños reportan mayor capacidad para sobreponerse luego de la pérdida y menor sintomatología negativa. Se ha encontrado que la calidez parental, la presencia de un estilo de educación más democrático en lugar de autoritario. Esto sugiere que en la medida en que el niño tenga bases más seguras del apego podrá mediar el impacto de la pérdida de alguna figura significativo (Dowdney, 2008).
Dra. Marcela López
Psicóloga
Clínica Pediátrica Kidoz. Tel: 2291-0505