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Hepatitis

Hepatitis viral en niños – un grupo de enfermedades de naturaleza infecciosa, que afecta al hígado y causando diversos trastornos de las funciones de este órgano. Los microorganismos que provocan los tipos de estas patologías son extremadamente resistentes en el ambiente externo, toleran perfectamente las temperaturas bajo cero, sucumben mal a las propiedades desinfectantes y pueden permanecer viables durante 3-6 meses. La evaluación de los síntomas, la búsqueda de las causas y el tratamiento de la hepatitis en los niños están a cargo de gastroenterólogos pediátricos con la participación de especialistas en enfermedades infecciosas, pediatras y médicos de otras especialidades.

Hepatitis pediátrica viral ocupan un lugar especial en la gastroenterología moderna, ya que este grupo de enfermedades está plagado de complicaciones graves para el cuerpo y la transición de la enfermedad aguda en la etapa crónica (con la excepción de la hepatitis A, que nunca se convierte en crónica). La más peligrosa para los niños es la hepatitis B, que actualmente no tiene tratamiento específico y puede provocar complicaciones graves en poco tiempo.

Tipos de hepatitis pediátricas

La clasificación moderna sugiere que hay cinco formas principales de la enfermedad en los niños: hepatitis A, B, C, D y E. Algunas de ellas son entéricas, es decir, entran en el organismo a través del tubo digestivo, mientras que otras son parenterales, es decir, se transmiten a través de la sangre y otros fluidos biológicos.

  1. Hepatitis A o enfermedad de Botkin es la variante más común de la patología entérica, tras la cual permanece una inmunidad duradera. Se caracteriza por daños agudos en el hígado y el tracto gastrointestinal, pasa con rapidez y en la gran mayoría de los casos sin consecuencias.
  2. Hepatitis B. También suele denominarse sérica, ya que se transmite exclusivamente a través de fluidos biológicos, por ejemplo, sangre, semen. Se caracteriza por un curso grave con fiebre alta, dolor, aumento marcado del tamaño del hígado y el bazo. Puede convertirse en una forma crónica. Está plagada de complicaciones potencialmente mortales, como coma hepático, cirrosis.
  3. Hepatitis C. La variante más imprevisible de la patología parenteral, ya que los virus causantes de la enfermedad tienden a mutaciones constantes, lo que aumenta repetidamente su supervivencia y actividad. El principal peligro de esta forma de la enfermedad es un curso asintomático prolongado. Inmunidad persistente después de la hepatitis C no se produce, puede ser recurrente.
  4. Hepatitis D. Muy a menudo se ejecuta en forma de coinfección, es decir, observado simultáneamente con otra forma de hepatitis, lo más a menudo la variante B. Es parenteral, peligrosa por el desarrollo de sobreinfección y daño hepático cirrótico.
  5. Hepatitis E. Pertenece al grupo de patologías entéricas. Casi nunca se observa en los países desarrollados.

Según la naturaleza del curso, los especialistas también distinguen formas agudas (hasta 3 meses), subagudas (hasta 6 meses) y crónicas (más de seis meses) de la patología.


Causas de la hepatitis en la infancia

Existen tres vías principales de transmisión de la infección entérica (A y E):

  • contacto doméstico, cuando el virus pasa de juguetes, enseres domésticos y otras superficies contaminadas a la piel de las manos y de ahí al esófago;
  • de transmisión hídrica, cuando un niño bebe agua de mala calidad o ingiere líquido contaminado al bañarse en una masa de agua;
  • de transmisión alimentaria, cuando el agente infeccioso entra en el organismo con alimentos contaminados durante su elaboración en una fábrica.

Las formas parenterales de la hepatitis (B, C y D) pueden transmitirse:

  • contacto directo de la piel con sangre y otros fluidos biológicos de un portador o de un enfermo con heridas y arañazos;
  • durante diversas manipulaciones médicas que impliquen transfusión de sangre, métodos de inyección poco seguros de diagnóstico o tratamiento, realizados con instrumentos no estériles o reutilizados;
  • durante el parto;
  • al utilizar objetos del paciente en los que pudieran quedar elementos de fluido biológico contaminado (tijeras de manicura, toalla, cuchillas de afeitar, cepillo de dientes, etc.).

Durante la adolescencia, las relaciones sexuales sin protección pueden ser la causa de la infección por hepatitis en un niño. A veces, la enfermedad es el resultado de la autoexpresión, por ejemplo, piercings, tatuajes realizados en condiciones no estériles.


Síntomas de la hepatitis vírica en niños

Las formas agudas de la enfermedad se desarrollan según ciertas etapas, cada una de las cuales se caracteriza por sus propios signos.

  • Periodo de incubación. Dura de 7 días a 24 semanas. Durante este tiempo, no suele haber síntomas.
  • Fase prodormal (pre-jaundice). Dura al menos 3-5 días, en algunas formas de la enfermedad puede estar ausente. En esta fase de la hepatitis infantil, los primeros síntomas aparecen en forma de malestar general, aumento de la temperatura corporal, náuseas, disminución del apetito y otros signos.
  • Fase de ictericia. Aparece en el 3er-10º día desde el momento del desarrollo de la patología y dura 1-2 semanas. Se caracteriza por el oscurecimiento de la orina, coloración amarillenta de la piel, esclerótica de los ojos, aumento del tamaño del hígado y, a veces, del bazo. En la mayoría de los casos, en esta fase mejora el bienestar general del niño enfermo.
  • Fase de recuperación. Se caracteriza por la recuperación gradual del color normal de la piel y el blanco de los ojos, la mejora del apetito y el aumento de la vitalidad. Esta fase dura de 3 semanas a 6 meses, dependiendo de la forma de la enfermedad.

En general, los síntomas comunes de la hepatitis vírica en los niños incluyen:

  • Aumento de la temperatura corporal;
  • debilidad general, malestar;
  • pérdida de apetito y consiguiente pérdida de peso;
  • ictericia;
  • diversas erupciones cutáneas;
  • dolor subcostal derecho;
  • dolores articulares;
  • dolor de cabeza;
  • cambio del color de la orina a un color más oscuro;
  • Aclaramiento de las heces;
  • picor en la piel;
  • náuseas, vómitos, dispepsia.

Un signo de hepatitis es también el aumento del tamaño del hígado, que puede detectarse mediante palpación y ecografía.

Los padres deben preocuparse y llevar a su hijo al médico si se queja de fatiga, menor rendimiento, debilidad, se niega a comer y pierde peso durante una semana o más. Tales signos pueden indicar un tipo latente de hepatitis o la transición de la forma aguda a una fase crónica.


Diagnóstico

El principal valor en el diagnóstico de la hepatitis viral en niños es el examen visual, durante el cual el médico-gastroenterólogo palpa el hígado, determina su tamaño y posición, recoge datos de la anamnesis y escucha las quejas del joven paciente o de sus representantes.

Las técnicas auxiliares de examen se convierten en:

  • Ecografía de órganos abdominales;
  • análisis generales de sangre y orina;
  • pruebas serológicas (ELISA y PCR);
  • análisis bioquímicos de sangre con análisis de bilirrubina.

En algunos casos, la fibrogastroduodenoscopia también está indicada si se sospechan lesiones en el esófago, el estómago u otras partes del tracto gastrointestinal. A veces también se realiza una elastometría hepática para evaluar el grado de daño del tejido hepático (fibrosis).


Tratamiento de la hepatitis vírica en niños

La terapia depende de la forma de la enfermedad (aguda, subaguda o crónica) y del tipo de enfermedad. En la hepatitis aguda no complicada, están indicados los siguientes:

  • reposo en cama;
  • dieta estricta con rechazo de alimentos fritos, grasos, ahumados, dulces, bebidas gaseosas y tónicas;
  • beber abundantemente – al menos 1,5 litros de agua limpia al día.

El apoyo médico incluye medidas de desintoxicación, absorbentes, hepatoprotectores, antihistamínicos y antiinflamatorios. En algunos casos, también se prescriben agentes hormonales y antioxidantes.

En las formas graves de hepatitis vírica parenteral en niños, está indicado el tratamiento antivírico con altas dosis de interferón. En estos casos, por regla general, el niño es hospitalizado en un hospital especializado.


Pronóstico y prevención

El pronóstico depende del tipo de hepatitis, del estado inicial del organismo del niño enfermo en el momento de ponerse en contacto con los médicos, de la presencia de comorbilidades y de otra serie de criterios. Las variantes leves y sin complicaciones de la enfermedad en la mayoría de los casos pasan rápidamente sin consecuencias y forman una inmunidad duradera.

Las posibles complicaciones graves de la hepatitis vírica en niños pueden ser:

  • coma hepático;
  • enfermedades inflamatorias del tracto biliar;
  • cirrosis hepática.

Para reducir los riesgos de infección por virus hepatotropos, los expertos recomiendan:

  • vacunar oportunamente a los niños con las vacunas disponibles contra la hepatitis A y B;
  • enseñar hábitos de higiene personal a los niños pequeños
    no permita que los niños se bañen en masas de agua desconocidas o piscinas contaminadas;
  • comprar alimentos en puntos de venta autorizados;
  • dar a los niños agua embotellada, hervida o purificada de otro modo;
  • lavar bien las verduras, frutas y bayas antes de consumirlas;
  • no dé a los niños carne poco hecha;
  • enseñar a los niños a no utilizar objetos personales ajenos (cepillos de dientes, desodorantes, etc.);
  • informar a los adolescentes de los riesgos de mantener relaciones sexuales sin protección y de acudir a salones de tatuajes sin licencia.

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